lunes, 13 de febrero de 2012

Mil lunas llenas por delante

Y te veo allí, recortado contra el fondo: el cielo. Oscureciendo tímidamente por el anochecer, aún recordando los matices del día, una mezcla entre gris y azul claro. Y tu figura recortada como una silueta negra. Me acerco tímida como siempre. Recuerdo las palabras "a medianoche en el acantilado", yo llego tarde, tu estás esperando. Al oírme llegar giras la cabeza para comprobar que soy yo, aunque reconocerías el sonido de mis pasos desde cualquier distancia. Te alcanzo, al borde del acantilado, y te abrazo por detrás, "hermosa espalda" pienso, reconfortante, y ya me siento mejor. Por fin, se da la vuelta y m devuelve el abrazo. Nuestros labios se rozan tímidamente, los míos culpables, los suyos, con miedo. Y es que yo también tengo miedo, miedo a perderle, a no tenerle... Abrazados, buscamos el horizonte en la lejanía
, pero no llegamos a verlo, la noche no nos deja. Vuelvo a buscar sus labios y me encuentro con sus ojos, "siento llegar tarde", le digo. "no t preocupes", dice, y mis dudas desaparecen cuando alza la vista hacia ese disco plateado sobre nosotros y susurra "aún nos quedan mil lunas llenas por delante".

domingo, 5 de febrero de 2012

Dame fuerzas

Una nueva semana comienza. Otra prueba, dirían algunos, aquellos que pidan fuerzas a Dios para superarla. Para mí, sin embargo, serán otros 5 largos días. Unos días en que tendré que centrarme en estudiar, o en actividades sin sentido para intentar llenar este vacío que inunda mi ser. Para intentar que, cuando me dé cuenta, el tiempo ya haya pasado y ya vuelva a la vida. Porque solo vuelvo a la vida entonces, cuando todo acaba, cuando por fin tú vuelves. Para que el tiempo pase rápido como cuando dormimos, cuando soñamos, que nos parece que nos acabamos de dormir y ya estamos despertando unas cuantas horas después. Aunque en el sueño hayamos pasado 50 años creando una vida y cuando suene el despertador nos devuelva a nuestro verdadero cuerpo, más joven. Aun así, esos 50 años nos parecerán 50 segundos en cuanto estemos despiertos. No somos conscientes de esas horas, y así es como yo quiero que pasen estos días. Sin ser consciente de nada. Para ello, tomo mi dosis de palabras y fotos diarias, para sobrevivir. Cuando no sé qué hacer abro la carpeta y las miro, nunca me cansare de verlas. Y es que yo no creo en ningún Dios, pero le pido fuerzas al único que me las ha dado, y me ha demostrado que me las dará, sabiéndolo o no. El más especial, el más perfecto. Yo te pido fuerzas a ti.