sábado, 3 de diciembre de 2011

La más importante ley de la vida...

El niño era rubio, con una sonrisa que incitaba al abrazo, con unas manitas llenas de curiosidad y unos ojos amables, serían de un gran hombre. En ese momento mientras lo observaba, sus pequeños pies tropezaron y cayó al suelo dándose un buen golpe. Rápidamente las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos azules claros, y el llanto llenó el ambiente a su alrededor, llamando la atención de la gente que andaba cerca. Sin embargo, cuando alguien se acercó a ayudarle a levantarse y preguntarle si estaba bien, dejó de llorar, apartó la mano adulta con sus pequeñas manitas y se apoyó en el suelo para levantarse él solito. Dio un par de pasos, miró a la persona que le había ofrecido su ayuda y le regaló una sonrisa. Acto seguido, se volvió y echó a correr riéndose divertido, olvidados ya los moratones que le había podido causar. Definitivamente, sería un gran hombre, había aprendido una lección importante: caer es permitido, levantarse obligatorio.

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